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today08/19/2021 29
Las autoridades federales anunciaron este miércoles los planes para administrar una tercera dosis de refuerzo contra el covid-19 a partir de septiembre. Sin embargo, la fiebre por la tercera dosis ya se ha desatado y más de un millón de personas ya han recibido esta inyección, a pesar de las dudas por la falta de datos y los dilemas éticos que genera.
La rápida propagación de la variante delta ha desatado una ‘fiebre’ por la tercera dosis en EEUU y otros países del mundo desarrollado, y ha dado una vuelta de tuerca más al ya complicadísimo proceso de toma de decisiones en torno a la pandemia.
La Casa Blanca informó el miércoles que, aunque las vacunas continúan siendo notablemente efectivas para reducir el riesgo de enfermedad grave, hospitalización y muerte, incluso contra la variante delta, “la protección contra la infección por SARS-CoV-2 comienza a disminuir con el tiempo después de las dosis iniciales de vacunación”.
La protección que otorga la vacuna “podría disminuir en los próximos meses, especialmente entre aquellos que están en mayor riesgo o fueron vacunados durante las primeras fases del lanzamiento de la vacunación”. Así las cosas, las autoridades ofrecerán inyecciones de refuerzo para todos los estadounidenses a partir de la semana del 20 de septiembre y a partir de 8 meses después de recibir la segunda dosis.
Sin embargo, no hay grandes impedimentos para que quienes lo deseen y dispongan del tiempo y los medios reciban otra inyección mucho antes de ese plazo. Podría ser el caso de al menos un millón de estadounidenses, según reveló ABC News la semana pasada citando un informe interno de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés). Por otra parte, la revista Vanity Fair informó recientemente que hay personas que han recibido una tercera dosis conduciendo fuera del estado u ocultando su identidad.
Todo esto pone sobre la mesa una cuestión espinosa para los estadounidenses jóvenes y sanos que ya están vacunados, pero que están preocupados por los nuevos casos y la rápida propagación de la variante delta: si las tres dosis son inevitables, ¿por qué esperar hasta ocho meses después de haber recibido la segunda inyección?
He aquí algunas cuestiones que conviene considerar antes de lanzarse a la búsqueda apresurada de la dosis de refuerzo:
Aunque se acumulan pruebas de que las vacunas pierden algo de potencia antivírica con el paso del tiempo, las autoridades se han mostrado reacias hasta ahora a resaltar este hecho cuando todavía hay amplias franjas de la población sin vacunar.
Una gran duda es en qué medida la reducción de la protección se debe al paso del tiempo y qué parte es atribuible a la variante Delta.
El refuerzo podría ofrecer cierta protección adicional a corto plazo, pero “prácticamente no hay datos hasta ahora sobre si las personas no inmunocomprometidas pueden obtener alguna protección a largo plazo”, dijo Ali Ellebedy, inmunólogo de la Universidad de Washington en San Luis en declaraciones a The Atlantic.
Pfizer compartió algunos datos preliminares de sus ensayos clínicos de vacunas de refuerzo, pero estos solo muestran los niveles de anticuerpos en la sangre —un indicador imperfecto de la protección real de las personas frente a la enfermedad— y solo hacen un seguimiento de los participantes durante un mes después de su tercera dosis.
Marion Pepper, inmunóloga de la Universidad de Washington, dijo que la sobreestimulación del sistema inmunitario puede hacer que el cuerpo sea menos hábil para combatir ciertas infecciones; los científicos aún no han averiguado si esto es cierto en el caso del covid-19, pero sí, por ejemplo, cuando se trata de la malaria. El sistema inmunitario “necesita algo de tiempo y espacio para calmarse entre una infección y la siguiente” para poder perfeccionar sus habilidades de detección de patógenos, afirma Pepper en declaraciones a The Atlantic. Si a una persona se le administra otra vacuna antes de que esté preparada, es posible que no mejore la lucha contra el coronavirus. (Esto no aplica a las personas inmunodeprimidas).
De acuerdo con las explicaciones ofrecidas este miércoles por los principales responsables de la política de salud del gobierno federal, la decisión de ordenar la tercera dosis a partir de los 8 meses de la última suministrada está basada en tres estudios que indican que la vacuna empieza a perder efectividad en el lapso de ocho meses.
“Estamos preocupados porque este patrón de declive (en la protección de la vacuna) que estamos viendo continué en los próximos meses, lo que pueda conducir a la reducción de la protección contra expresiones severas de la enfermedad, hospitalizaciones o muertes”, aseguró el médico general de EEUU, Vivek Murthy, en una rueda de prensa en la Casa Blanca el miércoles.
Sin embargo, no existe consenso entre la comunidad científica sobre la necesidad de hacer que el refuerzo sea aplicado a todas las personas ya vacunadas, independientemente de su cuadro de salud.
“Estos datos apoyan la idea de dar refuerzos de vacunas a personas con sistemas inmunes altamente comprometidos y a los residentes de hogares de ancianos, no al público general”, aseguró a The New York Times la Dra. Céline Gounder, una especialista en enfermedades infecciosas quien asesoró al equipo de transición del Joe Biden en el diseño de una estrategia para combatir la pandemia.
Algunos expertos en salud pública se oponen a la política de dar prioridad a estos refuerzos para personas sanas, en lugar de seguir el énfasis en las primeras vacunas para un gran sector del país que todavía no la ha recibido y otras intervenciones más básicas.
A principios de este mes, la Organización Mundial de la Salud (OMS) pidió una moratoria mundial temporal de las vacunas de refuerzo para destinar más vacunas a los países que carecen de ellas. El Reino Unido, Francia, Alemania e Israel aplican una estrategia de refuerzo para los grupos vulnerables, pero solo el 5% de la población de los países en vías de desarrollo ha recibido una dosis.
Este miércoles la OMS fue muy crítica con la estrategia de la dosis de refuerzo al indicar que es como lanzarle un salvavidas a alguien que ya lo tiene. Insistió que el esfuerzo tiene que seguir enfocado en los no vacunados, especialmente en los países en vías de desarrollo responsables, entre otras cosas, del surgimiento de la variante delta, que apareció en India por los bajísimos índices de vacunación.
La analogía la hizo el director de la OMS, Mike Ryan, quien indicó que quienes no están recibiendo los salvavidas, simplemente están muriendo: “Esa es la realidad ética”, aseveró.
Krishna Udayakumar, director del Centro de Innovación en Salud Global de Duke, ha presionado a la Casa Blanca durante meses sobre la desigualdad mundial en la distribución de vacunas. Pero Udayakumar dijo en declaraciones a The Washington Post que es cautelosamente optimista en cuanto a que la administración de una tercera vacuna a algunos estadounidenses no restará importancia a la entrega de las primeras vacunas a gran parte del mundo en desarrollo.
“Si podemos seguir la ciencia y emprender refuerzos en poblaciones de alto riesgo en el momento adecuado, puede hacerse de manera que no altere significativamente la disponibilidad de vacunas para el resto del mundo”, dijo Udayakumar. “Estamos en un punto en el que en los próximos uno o dos meses, es probable que veamos una capacidad de fabricación de algo cercano a los mil millones de vacunas al mes”.
Las farmacéuticas, con grandes intereses comerciales en juego, fueron las primeras en poner sobre la mesa la idea de la tercera dosis.
Hace ya meses que introdujeron el mensaje en la agenda pública. Pfizer dijo ya en abril que la tercera dosis “tiene el potencial de preservar los niveles más altos de eficacia protectora contra todas las variantes actualmente conocidas”. También Moderna anunció hace meses que estaba inmersa en los ensayos de la vacuna de refuerzo contra variantes al alza.
La decisión de rec
omendar refuerzos supone un cambio drástico respecto a las declaraciones públicas de los altos funcionarios en los últimos meses. En julio, los CDC y la FDA dijeron en un comunicado que las personas que han recibido la pauta completa no necesitan una vacuna de refuerzo.
Pero a medida que los casos empezaron a aumentar de nuevo, y con la presión de la variante Delta, el tono empezó a cambiar. La semana pasada, Anthony Fauci, principal asesor médico de la Casa Blanca, dijo que era “probable” que todo el mundo necesitara un refuerzo contra el coronavirus en algún momento.
Fuente: Univision.com
Written by: Editor
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