Cualquier cumbre que no esté coreografiada integralmente para el éxito de antemano es un acto político de alto nivel. Y Biden no puede permitirse golpes a su prestigio, con sus índices de aprobación cayendo y después de que sus pretensiones de estadista se vieran mermadas por la caótica retirada de Estados Unidos de Afganistán el año pasado.
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Aún así, los presidentes son elegidos para tomar las decisiones más difíciles. Si Biden se negara a reunirse y estallara la guerra en Ucrania, sería acusado de no llevar la diplomacia al límite. Y tiene algo de cobertura potencial: si Putin da marcha atrás y no se lleva a cabo una cumbre, dejará a Biden libre de problemas políticos.
Blinken explicó efectivamente la apertura del presidente a la diplomacia a pesar de su creencia de que una invasión era inminente durante una aparición en el programa “State of the Union” de CNN el domingo.
“Creemos que el presidente Putin ha tomado la decisión, pero hasta que los tanques estén rodando y los aviones vuelen, aprovecharemos cada oportunidad y cada minuto que tengamos para ver si la diplomacia aún puede disuadir al presidente Putin de llevar esto adelante”, le dijo Blinken a Dana Bash de CNN.
El tono escéptico de la declaración de la Casa Blanca que explica la apertura “en principio” de Biden a una reunión, sin embargo, no se basaba solo en la sospecha de los motivos rusos. También parecía ser un intento de aislar al presidente de los ataques políticos en casa.
Pero hay razones para correr el riesgo. A pesar de que EE.UU. no enviará tropas para defender a Ucrania porque no es miembro de la OTAN, Biden tiene una razón interna genuina para evitar la guerra en Ucrania. Cualquier invasión rusa podría causar una subida en los precios de la gasolina y las tasas de inflación que ya están aumentando, lo que podría dañar aún más las posibilidades de los demócratas en las elecciones intermedias.
¿Está Biden jugando el juego de Putin?
Además de asumir un gran riesgo político, Biden se enfrentará a un terreno geopolítico traicionero si se encuentra con Putin.
Una teoría de la acumulación de tropas del líder ruso en torno a Ucrania es que quiere restaurar el prestigio de la Guerra Fría del Kremlin como un poder igual a EE.UU. En esencia, Biden le está otorgando a Putin esa plataforma, aunque muchos en Washington consideran a Rusia como una fuerza muy disminuida, a pesar de su formidable arsenal nuclear.
La misma acusación –que un presidente de Estados Unidos estaba otorgando la concesión de igual prestigio– rodeó las cumbres inconclusas del expresidente Donald Trump con el dictador norcoreano Kim Jong Un. Hay pocas posibilidades de que el afecto mostrado en esas reuniones amorosas se repita en las heladas conversaciones de Biden/Putin.
Pero a Putin también le gustaría debatir y decidir los grandes asuntos de las naciones con EE.UU., como fue el caso durante las cumbres de la Guerra Fría entre EE.UU. y la Unión Soviética. El hecho de que este posible encuentro haya sido organizado por los franceses aliviará algunos temores en Europa de que los aliados de Estados Unidos están siendo marginados, un factor que asomó la cabeza al principio de la crisis de Ucrania.
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El Palacio del Elíseo dijo que se incluirán otras “partes interesadas”. Eso podría incluir a Ucrania y otros aliados de la OTAN, incluidos los ex miembros del Pacto de Varsovia en Europa del Este. Pero la presidencia francesa no ofreció más detalles. El destacado papel de Macron, que busca convertirse en el estadista dominante europeo tras el retiro de la canciller alemana Angela Merkel –y se enfrenta a una campaña de reelección en cuestión de semanas– no pasará desapercibido dentro ni fuera de Francia.
Una desconexión total
La amenaza más fundamental para el éxito de cualquier conversación entre Putin y Biden es la naturaleza incompatible de las posiciones de las dos partes.
Los rusos exigen garantías de que a Ucrania nunca se le permitirá unirse a la OTAN y quieren que la alianza retire armas y tropas de los estados miembros que alguna vez estuvieron detrás de la Cortina de Hierro, como Polonia, Hungría y Rumania. Esa condición no es negociable para Occidente, que dice que depende de las naciones individuales decidir sus destinos.
EE.UU. rechaza las advertencias rusas de que se siente amenazado por la expansión de la OTAN hacia el este después de la Guerra Fría, presentando la alianza como puramente defensiva. Esta posición podría tener sentido en las capitales occidentales, pero no tiene en cuenta el orgullo ruso herido, la raíz del esfuerzo de dos décadas de Putin para remodelar el resultado aceptado de la Guerra Fría después del colapso de la Unión Soviética.
Al tratar repetidamente de desestabilizar Ucrania, el líder ruso también ha dejado en claro su determinación de nunca permitir que la ex república soviética haga un movimiento ideológico hacia el oeste, hacia la OTAN y la UE. Por lo tanto, cualquier esfuerzo por salvar las apariencias podría socavar su misión histórica y ser difícil de aceptar para él.
Pero si Putin ha decidido que los costos de una invasión de Ucrania –el castigo de las sanciones occidentales y una posible insurgencia sangrienta en el país son demasiado para soportar–, Biden puede construir una vía de escape diplomática para el líder ruso. Hay muchos temas, incluido el control de armas, la detención de conflictos en el ciberespacio y la frustración de la propagación de armas nucleares, que podrían hacer que cada lado sea más seguro.
Pero estos problemas son rehenes de la misma desconexión fundamental entre Rusia y EE.UU. que ha estallado durante el conflicto de Ucrania, y muestran por qué cualquier cumbre entre Biden y Putin será vista como tentativa hasta que ocurra y por qué el éxito es poco probable.
Fuente: CNN.com